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Marcello Canuto: “Se robaron entre 20 y 30 joyas”

Su trabajo como arqueólogo en Belice y Honduras acercó lentamente a Marcello Canuto a Guatemala. Entre risas confiesa que las primeras cuatro veces que tocó el suelo nacional lo hizo "de forma ilegal", cuando trabajaba en proyectos en aquellos países, pero por razones de exploración pasaba al lado nacional.

Marcello Canuto explora desde 2005 el sitio arqueológico La Corona, que fue saqueado en la década de 1960 y ahora está bajo vigilancia.

Marcello Canuto explora desde 2005 el sitio arqueológico La Corona, que fue saqueado en la década de 1960 y ahora está bajo vigilancia.

“Trabajé varios años en Copán, Honduras, y en Belice. Mi carrera me hizo estar cerca de Guatemala por 20 años”, dice, rodeado de fotografías de lugares y piezas arqueológicas, en las oficinas de la Asociación Pacunam, que apoya las investigaciones en el sitio La Corona, cuya identidad, sospechada por años, confirmó Canuto en el 2005, cuando empezó a trabajar allí.

Recuerda que fue invitado a La Corona por dos arqueólogos que buscaban desarrollar un proyecto, sin pensar que a la larga sería el director de este, que aún se encuentra en fase temprana, pues apenas lleva un 7 por ciento de avance.

El difícil acceso al sitio La Corona, en el suroeste de Petén, limita la investigación a solo seis meses por año, debido a que en época lluviosa no solo es difícil llegar, sino mantener un campamento de exploración. Lo importante para Canuto es que ahora el lugar está vigilado y en proceso de estudio, a diferencia de las décadas en que fue saqueado.

Guatemala tiene muchos sitios arqueológicos ¿Por qué su especial interés por La Corona?

Es un sitio que fue depredado en la década de l960. Es un lugar poco conocido en la Biosfera Maya.

Se ha podido acceder al sitio desde hace unos 10 años, y ahora se impulsa una nueva ola de investigación. Es un sitio de alta importancia en el Periodo Clásico. Es del mismo período que Tikal y Uaxactún.

¿Cuál fue la importancia de La Corona?

La Corona apoyaba el desarrollo, presencia y mantenimiento del reino maya. Su papel era mantener rutas de intercambio, pues donde hay comercio hay gente, y La Corona permitió abrir una nueva villa de comercio con Calakmul —ciudad maya ubicada en Campeche, México—.

Los reyes mayas quisieron dominar el territorio y utilizar un sistema eficiente de intercambio. Calakmul logró unificar un gran reino e intentó dominar la zona maya, incluida la ciudad de Tikal, su rival. La Corona, cuyo nombre antiguo fue Sak Nikté, era un aliado de Calakmul.

Se dice que La Corona fue descubierta debido a que muchas de sus piezas saqueadas fueron localizadas en importantes museos de otros países. ¿Cuántas fueron sustraídas?

Yo diría que hay entre 20 y 30 grandes piezas, joyas de La Corona que fueron saqueadas durante las décadas de 1960 y 1970. Esto se debió a que antes era inaccesible la zona para la investigación arqueológica. Ahora tenemos un campamento con 80 personas.

¿Cómo se descubrió que las piezas robadas venían de La Corona?

Las piezas se iban a casas de subasta y se vendían por catálogo en todo el mundo.

El arqueólogo Peter Mathews estudió en su momento los catálogos y logró ver que había ciertas piezas que tenían un estilo parecido y que, además, eran de muy alta calidad.

En aquel momento se dijo que esas piezas eran de una hipotética ciudad maya a la que preliminarmente se le llamó Sitio Q. Eso fue ya en la década de 1980.

Unos 15 años después se hace un estudio epigráfico y se pudo entender más de los textos del sitio Q. Tenían varios reyes, y los nombres que se repetían en todos se relacionaban con los reyes de Calakmul, pero aún no se sabía en dónde estaba ubicada.

¿Cómo se logró determinar la ubicación?

En la década de 1990 se inició un gran esfuerzo de formalizar la reserva de la Biosfera Maya, se delimitaron parques y se hicieron estudios de plantas y aves.

En 1996, un grupo de peteneros buscaba un grupo de nidos y llegaron a un lugar conocido como Lo Veremos, donde se encontraron con unos montículos que estaban distribuidos en plazas.

En 1997, los arqueólogos David Stuart e Ian Graham van a La Corona por primera vez y ven un glifo emblema. Al analizarlo y ver la similitud con las piezas saqueadas salen con grandes sospechas de que ese era el sitio Q.

¿Cómo se llegó a comprobar que, en efecto, lo era?

Fue en 2005, cuando yo llegué para ver si era factible empezar un proyecto en ese lugar. Cuando encontré los monumentos, los más felices fueron los conservadores, pues en aquel contexto era no solo despejar dudas, sino proteger el área de los depredadores.

Encontré dos paneles parecidos a los saqueados en las décadas de 1960 y 1970. También se encontró el texto jeroglífico más largo del mundo maya. Parte de ese hallazgo se hizo en 2012, cuando encontramos una escalinata jeroglífica, con escritura en cada escalón. Es un conjunto de 22 piezas que pertenecen a otra que se desmanteló por el saqueo.

¿Cómo describe el estilo arquitectónico de La Corona?

Es un sitio modesto, con dos plazas públicas, con un palacio pequeño y una plaza de cien metros por cien, con varios templos alrededor. Se encuentra en un lugar con mucha agua, que se recarga con las lluvias. El lugar es favorable para los asentamientos humanos. Todo el sitio puede medir dos kilómetros de este a oeste y un kilómetro de norte a sur.

¿Cuándo se podría convertir La Corona en una fuente de atracción turística?

Faltan muchos años para que sea un sitio turístico; falta mucha investigación y falta un plan que aún se desarrolla para definir qué tipo de turismo se puede explotar en el lugar. Hasta el momento apenas llevamos un 7 por ciento de exploración.

Recientemente trascendió que parques declarados patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, corren riesgo de perder el título, sobre todo por la destrucción de bosques. ¿Cuál sería el impacto para el país?

El reto del mantenimiento de los sitios arqueológicos es algo sumamente complicado y difícil de cuantificar.

Siempre se debe tomar en cuenta que sitios como Tikal, que son tan visitados, deben reunir ciertos requisitos de mantenimiento y conservación.

Yo espero que cualquier recomendación que se pueda hacer a las autoridades guatemaltecas vaya orientada a que mejoren.

¿Cómo se financia la exploración en La Corona?

El financiamiento de la investigación en el sitio La Corona se debe a la colaboración de varios entes: Pacunam —asociación guatemalteca que apoya la conservación de los sitios arqueológicos—. También tenemos un financiamiento de los Estados Unidos, por fuentes públicas y privadas y fondos del gobierno italiano.

Este año, National Geographic también nos apoyará, y tenemos otras donaciones privadas. Necesitamos por lo menos US$200 mil anuales para hacer trabajos de investigación.

 Desde niño quiso ser arqueólogo

“Me interesé por la cultura maya”

Nacido en Nueva York, Estados Unidos e hijo de padres italianos, el arqueólogo Marcello Canuto mostró  gusto  desde niño por la historia y las antiguas civilizaciones. Sus padres se mudaron unos años a México y fue allí donde se interesó por las culturas prehispánicas.

“De niño viajé mucho, y eso me dio la oportunidad de conocer y apreciar otras culturas.   Me interesé mucho por  la cultura maya”, recuerda.  

Padre de una niña de 6 años y casado desde hace siete con una mujer de padres mexicanos, Canuto   radica en Nueva Orleáns  y  visita unas cuatro veces al año Guatemala, para ver los avances en las investigaciones arqueológicas en La Corona, cuyo nombre maya es Sak Nikté.

Acerca de Canuto

Arqueólogo estadounidense, hijo de Vittorio Canuto y Laura Fassio Canuto.

Es investigador asociado de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleáns.

Se graduó de arqueólogo en Harvard, en  1991.

Posee un doctorado  de la Universidad de Pennsylvania.

Lugar favorito de Guatemala: La selva petenera es un sitio fascinante, por la naturaleza diversa, y es un privilegio trabajar en esa zona.

Valor guatemalteco que aprecia más: La fortaleza, el espíritu optimista para salir adelante de cualquier situación.

Actualmente es el director del Proyecto La Corona,  en Petén.

Codirector del Proyecto Arqueológico de El Paraíso, en Honduras.

Director del Instituto de Investigaciones de Mesoamérica en la Universidad de Tulane.

Dato

2005 año en  que se identificó el hipotético “sitio Q” con  La Corona.

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