El valor de la justicia

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La versión de las bombas molotov como causantes del incendio quedó desvirtuada por los expertos, y las juezas le dieron valor probatorio.

La condena unánime para Pedro García Arredondo, exjefe del Comando 6 de la Policía Nacional, a quien  testigos identificaron en la escena del crimen, no deja lugar a dudas sobre que lo ocurrido aquel 31 de enero de 1980 fue terrorismo de Estado. Después de dictada la sentencia en este juicio, nadie puede afirmar que la Fiscalía, los querellantes, los testigos y los familiares sostienen una versión subjetiva de la realidad; lo ocurrido dejó de ser la opinión de un grupo de personas para convertirse en una verdad jurídica basada en evidencia. Ese es el valor de la justicia.

Hay quienes insisten en dejar atrás el pasado y ver hacia el futuro a partir del olvido y de la impunidad. Son aquellos que buscan desesperadamente la amnistía. Hay otros, entre quienes me incluyo, que también queremos ver hacia el futuro, pero a partir del reconocimiento de la verdad y la aplicación de la justicia, que es un derecho irrenunciable y no negociable.

Las heridas no se cierran por decreto, la reconciliación no se alcanza a partir de la negación o la manipulación de la verdad. Lo sabemos todos aquellos que afrontamos el horror en carne propia. A mi padre, Guillermo Alfonso Monzón Paz, un abogado penalista y catedrático de la Universidad de San Carlos, lo asesinó un escuadrón de la muerte en febrero de 1981; yo tenía 10 años, él 37. Mi papá también fue víctima del terrorismo de Estado, la misma cúpula policial que mandó a quemar a los campesinos en la Embajada, ordenó su asesinato; y nadie me puede pedir, aunque hayan pasado 34 años, que olvide y que me calle, porque me asiste  el derecho de buscar la verdad y pedir justicia, que es la única medicina capaz de curar una sociedad enferma como la nuestra. Y se equivoca el que afirme que la búsqueda de la justicia tiene un signo ideológico.

Quienes ya no están nos dieron una lección de vida, de dignidad y de coraje. Quienes quedamos no podemos más que rendirles tributo exigiendo verdad y justicia, y hacerles saber —allá donde estén—  que su lucha no fue en vano y que seguimos amándoles profundamente.

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.