Ética

FRANCO MARTÍNEZ-MONT *

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Pero, en una sociedad transmoderna donde prevalece el hedonismo consumista, la propaganda amoral y la desinformación masiva, el poderío militar y uso indiscriminado de la fuerza, la indiferencia y deshumanización ante todas las formas de vida y la intolerancia ideológica, religiosa y espiritual, la ciudadanía debe reivindicar el papel filosófico y epistemológico de la ética para otorgarle razón, verdad y coherencia a nuestros discursos y prácticas sociales. Esto supone una introspección crítica, interpelándonos sobre nuestro rol como ciudadanos, profesionales, padres de familia, funcionarios públicos y empresarios, en una sociedad cada vez más desigual, más impune, más racista y más violenta.  

En el plano político institucional  debemos exigirle ética al presidente y vicepresidente, reflejada en la probidad, eficacia, resultados y legado político; a la burocracia, calidad en el gasto público, honestidad y visión de estadistas; a los precandidatos presidenciales, respeto por la vida humana —no a la violencia electoral—, respetar la legislación política, analizar estructuralmente los problemas nacionales  y democratizar las postulaciones a cargos de elección popular.  

En el plano productivo  debemos exigirle ética a la industria extractiva, cristalizada en la no alianza entre cárteles empresariales “formales” y el crimen organizado —carne, gasolina, cemento y armas—, redistribuir la riqueza, desconcentrar el uso y tenencia de la tierra, y un no a las usuras oligopólicas —transporte, telecomunicaciones, energía y servicios financieros—.

En el plano social  debemos exigirle ética a las organizaciones sociales, manifestada en un mayor compromiso colectivo y no oenegero; prácticas de transparencia y meritocracia en sus cuadros, pues el poder en todos sus matices debe estar impregnado de una pizca de ética para construir las bases de una democracia autónoma con instituciones legítimas y representativas que tiendan hacia la felicidad comunitarista.

framont@gmail.com

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