Populismo republicano

Samuel Pérez Attias

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Desde la perspectiva de poder y privilegio, la libertad se ve diferente que desde la de una persona que es implícitamente oprimida por circunstancias externas a sus “derechos inalienables”. Por ejemplo, quien nace en una familia con menos posibilidades de acceder a educación ve la “libertad” de elegir un trabajo de distinta forma que alguien que tuvo la posibilidad de acceder a educación superior. La libertad de acceder a un trabajo legal bien remunerado se reduce a pocas posibilidades.

Alguien que nace de una familia con más acceso a recursos económicos tiene más posibilidades (¿más libertad?) para usar su tiempo en relación con alguien que trabaja para cubrir sus necesidades básicas. Personas libres de iure pueden tener menos libertad de facto. La “igualdad de derechos” puede ser decretada, pero cuando se ve coartada por quienes gozan de privilegios sociales y abusan de su poder económico para mantener su estatus usando la protección a la propiedad privada como arma, la libertad se encarcela en una simple ilusión.

Voceros/as del poder concentrado, secuestrando la bandera del liberalismo e ignorando las bases económicas en las que se funda el “libre mercado”, caen en lo que aparentemente atacan: el populismo. La evidencia alcanza a sus dogmas. El fundamento teórico del liberalismo “económico” supone liberar los mercados concentrados (oligopolios y monopolios) y fortalecer la igualdad de condiciones para competir (que en el mercado laboral implica asimetrías en acceso a factores productivos —incluyendo educación y salud— con que nacen las personas).

Luchar por la libertad es estar en contra de ese poder concentrado (sean dictaduras de izquierda o derecha, democracias secuestradas por poderes de facto u oligarquías) y abogar por el pensamiento crítico y el escepticismo, para liberarnos de dogmas mercadeados sistemáticamente y financiados por ese poder.

Liberar al país del poder estructuralmente concentrado es la agenda de quienes amamos la libertad, independientemente de las etiquetas ideológicas. Quienes usan al liberalismo como bandera, por trabajar en las plataformas políticas de quienes concentran el poder (sus empresas, sus movimientos cívicos nacionales, sus centros de adoctrinamiento o los programas mediáticos pagados y sometidos a la agenda del statu quo) caen, ingenua y perversamente, en algo tan terrible como la esclavitud doctrinaria: caen en un populismo liberal.

Samperez1@gmail.com

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