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Protege tu piel del frío y el sol

En la época de frío, pocas personas utilizan cremas con factor de protección solar o gafas de sol. Sin embargo, a pesar de que los rayos ultravioleta B (UVB), los culpables de las quemaduras y del cáncer de piel, son de menor intensidad durante esta época del año, los efectos de los rayos UVA no desaparecen: contribuyen al envejecimiento cutáneo y a la aparición del cáncer de piel.

La piel necesita cuidado e hidratación

La piel necesita cuidado e hidratación

En los meses de frío, las reglas de oro respecto a la prevención son similares a las recomendadas en verano. Al contrario de lo que se pueda pensar, hay que proteger la piel del sol. El frío crea una falsa sensación de seguridad y no se tienen en cuenta los efectos perjudiciales de los rayos ultravioletas, aunque es necesario utilizar cremas con un factor de protección 30 como mínimo.

Usar protección solar

Los expertos consultados por Erorki Consumer recomiendan utilizar filtro solar todos los días. También en invierno. Es fundamental aplicarlo tantas veces como sea necesario y decantarse por las presentaciones en crema, en lugar de loción, ya que consiguen una capa más gruesa de protección. Así de contundente se muestra Arielle Kauvar, profesora de dermatología en la Facultad de medicina de la Universidad de Nueva York (EE.UU.) y portavoz de la Fundación para el Cáncer de Piel (Skin Cancer Foundation).

Crema hidratante cutánea con un FPS 30 como mínimo

Esta experta resalta la necesidad de que los consumidores se aseguren de que compran filtros solares que protegen frente a los UVA y los UVB. Estos productos deben contar con pantalla física, que son cremas con óxido de zinc, cuya función es difuminar los rayos ultravioletas en vez de absorberlos. Estas indicaciones han de extremarse cuando se practica deporte en la nieve o se suda en exceso, mientras que la crema se debe aplicar cada dos o tres horas.

Si no se practican deportes al aire libre, lo más juicioso es usar una crema hidratante cutánea con filtro solar y un Factor de Protección (FPS o EPF) mínimo de 30. Además, en invierno tampoco hay que olvidar las gafas de sol, que ayudan a prevenir las cataratas y el cáncer de piel alrededor de los ojos, ni el uso de protector labial con FPS. Desde el Instituto Nacional del Cáncer, en EE.UU., advierten de que el 90% de los cánceres de piel se deben a la sobreexposición al sol. Ante los resultados, la prevención es clave: las cremas con protección solar son el arma primordial para hacerles frente.

Daños oculares por UV

Al llegar la época invernal muchas personas olvidan la protección de los ojos, ya que esta medida se relaciona con altas temperaturas y con el binomio sol-nieve. No obstante, en las estaciones más frías es cuando el sol está más bajo en el horizonte, por lo que el ángulo de los rayos solares incide de forma más directa en los ojos y puede provocar un reflejo más intenso y una mayor irritación ocular.

En los últimos diez años han aumentado los daños oculares por efecto de los rayos ultravioleta (UV). Sólo en verano las lesiones oculares se incrementan en casi un 30% debido al mayor índice de radiación, por realizar más actividades al aire libre y por el abuso de sol. De los tres tipos de rayos UV clasificados, se considera como los más dañinos a los UVB, que provocan quemaduras en el ojo, y los UVA, que se absorben, sobre todo, por el cristalino. Además, cabe tener en cuenta que, igual que sucede con la piel, el daño por radiación en el tejido ocular es acumulativo.

Alguno de los efectos de la exposición directa al sol sin protección ocular son las dolorosas quemaduras en la córnea (queratitis), que tardan unas horas en desarrollarse y se traducen en una sensación de arena y ardor. Otra afectación en pacientes susceptibles genéticamente es el pterigión, una tumoración no cancerosa del tejido fino y transparente que recubre la conjuntiva (la parte blanca del ojo) y puede comprometer ambos ojos. Aunque la causa se desconoce, se origina en personas expuestas al viento, al sol, en áreas polvorientas o arenosas. Es el caso de los trabajadores que realizan su labor al aire libre (granjeros, pescadores, etc.).

Sin embargo, lo más preocupante es que algunos de los efectos más perniciosos surgen a largo plazo: cataratas, lesiones en la retina e, incluso, cáncer en la piel alrededor del ojo. La exposición solar también está asociada a degeneración macular, la segunda causa de ceguera más frecuente, detrás de la diabetes. Por este motivo, los expertos insisten en ser muy precavidos y utilizar protección, sobre todo en niños, con un sistema ocular más sensible.

Proteger siempre los ojos del sol, tanto en verano como en invierno. Utilizar gorras o gorros que reduzcan la cantidad de luz solar que incide en los ojos. Asegurarse de que las gafas de protección solar tienen el filtro solar adecuado: deben incorporar filtro para rayos UVB y UVA, que protejan también la piel periorbital. Lo mejor es adquirirlas en un centro acreditado. Es deseable un Factor de Protección 10, que tiene una capacidad de absorción total. La oscuridad de las lentes no informa del grado de protección que proporcionan y, si el filtro no es el adecuado, pueden perjudicar los ojos. Al ser oscuras, la pupila se dilata más y está más expuesta a la radiación. No olvidar las gafas al salir a pasear, ya sea en el mar o en la montaña y, sobre todo, cuando se practiquen deportes en la nieve.

Rayos Ultravioleta

Los rayos ultravioleta se clasifican en tres grupos:

UVC: son los más perjudiciales por su gran energía. Sin embargo, la capa de ozono impide que lleguen a la superficie de la Tierra.

UVB: indispensables para la síntesis de vitamina D, dan el tono bronceado a la piel. Combinados con los UVA son la primera causa de melanoma. Deprimen el sistema inmune y los absorbe la capa córnea. Penetran menos que los UVA, pero son más reflejantes. Se filtran fácilmente con gafas, ropa y filtros solares.

UVA: también broncean de inmediato, pero su resultado es poco duradero. Tienen la capacidad de atravesar el vidrio y penetran hasta las capas más profundas de la dermis, donde generan radicales libres que provocan alteraciones celulares y causan el envejecimiento prematuro de la piel (arrugas, manchas y falta de elasticidad), además de provocar cáncer.