Guatemala

Canbalam, río de la discordia en Santa Cruz Barillas

Los habitantes de Santa Cruz Barillas enfrentan otro episodio violento de su historia reciente, ahora por la división entre quienes rechazan la construcción de una hidroeléctrica en el río Canbalam, los que están a favor y a quienes les es indiferente el proyecto.

Santa Cruz Barillas tiene 26 aldeas que comparten el río Canbalam, único afluente que cruza ese municipio.

Santa Cruz Barillas tiene 26 aldeas que comparten el río Canbalam, único afluente que cruza ese municipio.

El conflicto pareciera estar limitado entre la zona urbana y la rural del municipio, separada por escasos kilómetros, aunque se remonta a más allá de la aparición de la empresa española que quiere aprovechar el agua que cruza ese territorio, para generar energía.

En voces de los barillenses se remarca la separación de dos grupos: uno que acusa al otro de agresores y ser responsables de los linchamientos que se han registrado en otras ocasiones, a lo que se suman los hechos violentos del 1 de mayo último.

El segundo grupo está compuesto por personas de las aldeas El Recreo, San Carlos Las Brisas y Santa Rosa, que rechazan cualquier proyecto que afecte el cauce del río o la vegetación del lugar.

“De esas aldeas siempre bajan grupos armados y violentos; ellos son los que han linchado a supuestos ladrones. La Policía siempre lo ha sabido y no hace nada”, señaló un vecino que caminaba hacia el mercado municipal.

En el otro extremo, un habitante de la aldea San Carlos niega que existan personas armadas y violentas en su comunidad.

“Somos agricultores, trabajamos en paz y cuidamos la naturaleza, pero nunca permitiremos que nos roben nuestros recursos empresas extranjeras”, expuso.

Aunque en el pueblo todos parecieran conocerse, ninguno se atreve a identificar a los líderes que protagonizaron los enfrentamientos el 1 de mayo, por miedo a posibles represalias.

Víspera de feria

Aunque el día oficial de la feria en Barillas es el 3 de mayo, desde dos días antes se encontraban en su plenitud las festividades.

A las 14 horas del 1 de mayo comenzó a correr como pólvora la noticia del asesinato de un hombre en Poza Verde y de otros dos heridos. La gente de las aldeas San Carlos, Santa Rosa y El Recreo comenzaron a reunirse.

Según el juez de Paz local, Giovanni Pivaral, unas 20 personas llegaron al pueblo a exigirle a la Policía Nacional Civil (PNC) que los acompañara a investigar el crimen.

“También me obligaron a acompañarlos, aunque no era mi función, y a partir de ahí me retuvieron”, narró Pivaral.

Según testigos del hecho, el grupo de vecinos estaba molesto por la muerte de Andrés Francisco Miguel, y les exigía a la PNC y al juez de Paz que detallaran lo ocurrido y luego con armas de fuego en mano decidieron suspender la feria, por el duelo.

“Una mujer tomó el megáfono del autopatrulla y llevando de rehenes al jefe de la subestación, el mayor del destacamento militar y a mí, avanzaron al pueblo. Portaban fusiles, carabinas y pistolas”, manifestó Pivaral.

Después todos los toldos que estaban en el parque central, por la feria, fueron desarmados y los restos utilizados como armas por unas 200 personas, según el reporte de la Policía.

La mujer que dirigía a la turba ha sido identificada como Arcadia Velásquez López, vecina de El Recreo y líder de la comunidad desde hace varios años.

“Antes de esto me había reunido con ella y le había pedido calmar a su gente, pero es una persona difícil”, refirió el jefe edil Cándido López.

“Nos dicen que Velásquez anda huyendo y en su morral lleva un arma robada en el destacamento”, señaló el coronel Rony Ortiz, segundo al mando en la operación de seguridad.

Destrucción

En un período que no supera cuatro horas, la turba agredió a un grupo de soldados en el destacamento, donde también robó fusiles y pistolas.

Liderados por Velásquez, quien daba órdenes a través del altoparlante policial, los revoltosos destruyeron una casa y un hotel, que vincularon con la hidroeléctrica.

“Me avisaron que venían hacia acá con gasolina y armas, de inmediato agarré a mi familia y huí”, aseguró Lusvin Molina, trabajador de la empresa y vecino de la comunidad.

La vivienda dañada es de Ranferí Tiel Molina, quien 18 meses antes le vendió 16 cuerdas de terreno a la empresa española para la construcción de la hidroeléctrica.

“Destruyeron puertas, ventanas, electrodomésticos y robaron ropa, dinero y herramienta”, contó Tiel Molina, quien calcula las pérdidas en Q200 mil.

Al hotel

A dos cuadras del destacamento se ubica un hotel de dos pisos donde se hospedaban trabajadores y representantes de la hidroeléctrica cuando llegaban a Barillas.

“Me habían advertido del riesgo, pero nunca pensé que lo harían; yo solo presto un servicio a quien lo solicite”, expresó Amílcar Reyes, propietario del negocio.

Televisores, camas y mobiliario son parte de los destrozos que dejó el grupo de pobladores, a un costo de Q2.5 millones.

El grupo de atacantes abandonó el pueblo a eso de las 23 horas, dijo el alcalde. Después los vecinos de Barillas, también armados, tomaron el control y ofrecieron apoyo al jefe edil.

“Ahí cerramos la carretera para impedir que regresaran y recibí el apoyo de mi concejo y vecinos”, indicó López.

Secuelas

El grupo Convergencia Maya Waquib Kej visitó Barillas la semana última para denunciar la desaparición de al menos 20 personas, quienes huyen por miedo a ser capturadas de manera injusta, señaladas de haber participado en los hechos violentos.

De acuerdo con el juez de Paz, hay 22 órdenes de captura pendientes. El alcalde aseguró que las medidas legales para los fugitivos están garantizadas si se entregan.

Debido a esos temores, Tiel y su familia, junto a Reyes y su esposa, esperan que el estado de Sitio no termine, debido a las amenazas de muerte que hay en su contra.

“Nos han dicho que al pasar los 30 días nos vendrán a matar; no dormimos en nuestra casa por eso”, afirmó Molina.

ESCRITO POR:

Alex Rojas

Periodista de Prensa Libre especializado en política y periodismo de investigación con experiencia de 15 años como reportero y editor en medios escritos, radiales y digitales. Reconocido con el Premio Nacional de Periodismo en Guatemala, en 2014 y becario del programa de periodismo judicial Cosecha Roja de Argentina y del programa de autorregulación ITP, en Suecia.